Las terapias lumínicas tienen siglos de historia. En la antigüedad la luz tenía un uso medicinal, la utilizaban para mejorar patologías de la piel. En 1998 la NASA descubrió que estos emisores de
luz LED (LLLT) producían cambios fisiológicos en los tejidos de la piel, en la curación y reparación de daños. Hoy en día esta tecnología aporta grandes y diversos beneficios a la piel.
Además, podría tener una segunda vida más allá de la cosmética, dado que están en desarrollo estudios que indican que la luz podría ser la medicina del futuro, aplicándola en diversos tratamientos.